Estoy fastidioso. Es lunes y la ciudad es un infierno de calor y de autos. Los zapatos viejos me aprietan como si fueran nuevos, y le han declarado la guerra a mis pies hinchados.
La batalla se encuentra en su auge, y confirmo que ni los unos se van a deshinchar ni los otros dejarán de apretar, así que empiezo a desandar la pila de planillas que he dejado el viernes sobre la mesa, a la espera de algún voluntarioso distraído que se ocupara de ellas por mí.
Eso, como tantas otras cosas, tampoco ha pasado.
El jefe ha venido con pretensiones, mi compañera con pantalones anchos y ya no quedan bizcochos.
Además, los comentarios en la oficina son de lo más deprimentes; vendieron al goleador de Boca, cobraremos después del 15 y el aire acondicionado no funciona.
Y encima de todo te quiero.
lunes, 12 de julio de 2010
lunes, 5 de julio de 2010
Génesis
Esta misma noche he creado un infierno.
Como es mío, y allí no entra nadie, tracé cuatro líneas como fronteras, y le puse un techo y un piso.
Para hacerlo más confortable, lo calefaccioné con un viejo radiador, y llevé hasta uno de sus extremos un catre y dos almohadones.
Luego tracé un rectángulo sobre uno de sus lados, a la altura de mi cintura. Coloqué un vidrio en el espacio vacío, y lo sostuve con un marco de madera.
Quise que no faltara ni música ni libros, y al rato tuve un compañero.
Decidimos criar niños y agrandamos el infierno; formamos un hogar.
Como es mío, y allí no entra nadie, tracé cuatro líneas como fronteras, y le puse un techo y un piso.
Para hacerlo más confortable, lo calefaccioné con un viejo radiador, y llevé hasta uno de sus extremos un catre y dos almohadones.
Luego tracé un rectángulo sobre uno de sus lados, a la altura de mi cintura. Coloqué un vidrio en el espacio vacío, y lo sostuve con un marco de madera.
Quise que no faltara ni música ni libros, y al rato tuve un compañero.
Decidimos criar niños y agrandamos el infierno; formamos un hogar.
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